Ollanta Humala triunfa en segunda vuelta de las presidenciales peruanas con un 53% de los votos. Tiró por la borda uno de sus mayores lastres de la primera ronda, un detallado plan de gobierno de más de 100 páginas que, lejos de ayudarle, daba en bandeja de plata a sus oponentes numerosas municiones que pronosticaban su inelegibilidad. Pero cambió de rumbo a tiempo, abandonó el plan, enfocó “Desarrollo, Inclusión social y Honestidad”, repudió (al menos públicamente) a su amigo Chávez, dejó de hablar de cambios constitucionales o de tocar fondos públicos sagrados y se mostró paciente, conciliador, en fin, como un líder benévolo en tiempos de cambio (vistiendo camisas de azul celeste).
Consciente que la idea del cambio puede asustar electores, Humala aseguró que su gobierno no trastocará la política de mercado abierto y promoción de la inversión extranjera de los últimos 10 años. Y qué década. Perú es uno de los contados afortunados que ha visto ritmos de crecimiento anual cercanos a los de China y que son la envidia de muchos. En diez años, el índice oficial de pobreza ha disminuido por la mitad: de dos terceras partes a una tercera parte de la población. La amplia gama de minerales importantes para la exportación y los altos precios que éstos cotizan, gracias al voraz apetito del coloso asiático (el mayor consumidor de energía mundial desde el 2010), han sido el dínamo del acelerado crecimiento peruano.
Pero hay que mantenerse escéptico ante dicha estadística pues es claro que un amplio sector del país no ha gozado los beneficios del crecimiento económico; por otra parte, la dependencia sustancial en el sector minero expone al Perú a los ciclos de alta y baja que caracterizan la economía mundial. Una reducción en precio o demanda tendría efectos internos devastadores. Por otra parte, grandes extensiones del país carecen de la infraestructura necesaria para el desarrollo, razón que llevó al saliente Allan García a invertir buena parte de las ganancias en carreteras y otros proyectos que le valieron crítica por no atender directamente la miseria ciudadana.
Humala parece entender que es insostenible que una buena parte de la ciudadanía esté excluida del éxito económico. Sus propuestas balancearon esa seria debilidad social con el compromiso de no trastocar (demasiado) el orden. Por eso sus promesas principales fueron: ser como un Brasil bajo Lula/Rouseff (modelo asistencialista y participativo, a la vez “neoliberal”), aumentar el salario mínimo, cuido de niños gratuito, aumento de sueldo a empleados gubernamentales, pensión para todos los mayores de 65 años. ¿Con qué pagará eso? Bueno, con un impuesto especial a la industria minera cuyos detalles están por conocerse y que los interesados, incluyendo importante inversión externa, ya repudian como un plan de “izquierda”.
La victoria de Humala pone otro país en la columna del “izquierdismo” de hoy, donde ya están Argentina (cuya última elección presidencial fue en 2007), Bolivia (2009), Brasil (2010), Cuba (desde 1959), Ecuador (2009), El Salvador (2009), Nicaragua (2006), Uruguay (2009) y Venezuela (2006). Pero esta lista estará en transición próximamente en Argentina y Nicaragua, que tendrán elecciones este año y no muestran crecimiento económico similar al peruano. Es un patrón ya visto que la izquierda logra victoria electoral en mejores tiempos económicos pero pierde casi irremediablemente en vacas flacas. Esta misma semana Portugal sacó del gobierno a los socialistas, un tanto se espera en España el año próximo y, ¿alguien recuerda siquiera el nombre del último primer ministro laborista británico?
En estas elecciones los peruanos acaban de escoger el candidato “menos malo”, palabras del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa. Keiko Fujimori, hija y primera dama peruana en la presidencia auto-golpista de su padre, es rechazada por el saldo de abuso, corrupción, autoritarianismo, venta de prebendas, asesinatos y subversión de las instituciones públicas que hoy asocian al fujimorismo. Tampoco quisieron darle a ella el poder para extender un perdón presidencial a su padre, quien cumple 25 años de cárcel por corrupción y actos de lesa humanidad.
Con su 53% del voto, Humala tomará las riendas con una victoria cómoda pero bajo ningún concepto arrolladora. Enfrentará el reto de gobernar una nación en que casi la mitad de la población no votó a su favor, como tantos otros mandatarias/os del hemisferio: Rouseff (Brasil, 56% del voto),Correa (Ecuador, 52%), Funes (El Salvador, 51%), Mujica (Uruguay, 55%) y los jefes de estado en los tres países con elecciones en el 2012: Calderón (México, 35.9%), Fernández (República Dominicana, 54%) y Fortuño (Puerto Rico, 53%).
Continuar la bonanza y distribuir algo más de ésta sin descalabrar el modelo o ganarse la enemistad y el sabotaje de los intereses mineros no serán tarea fácil. Pronto el “menos malo” tendrá oportunidad de mostrar sus quilates.
Continuar la bonanza y distribuir algo más de ésta sin descalabrar el modelo o ganarse la enemistad y el sabotaje de los intereses mineros no serán tarea fácil. Pronto el “menos malo” tendrá oportunidad de mostrar sus quilates.
Me gusto el análisis de la izquierda, esta como para desarrollar un libro que se titule, "La Nueva Izquierda sin muertos", por otro lado me llama la atención que la hija del convicto casi sale electa, realidad que solo los latinoamericanos comprenden y su fijación con el autoritarismo, por la estabilidad en renglones económicos,
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