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Sunday, April 29, 2012

Menos Beca Pell y Medicaid

Entrevista / Interview Univision Puerto Rico: 28 April 2012
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Hace años que es momento para la acción contundente en Puerto Rico. 

Esta semana el Gobernador presentó el último presupuesto de este cuatrienio.  Veintinueve mil millones de dólares para atender las prioridades, retos y aspiraciones de cuatro millones de habitantes en el año fiscal y eleccionario de 2012-2013.  Como de costumbre, tres áreas programáticas concentran la mayor cantidad de recursos en la propuesta del Ejecutivo: (1) educación pública: $3,552 millones, sin contar el multibillonario presupuesto de la Universidad del estado, fijado por fórmula en ley, el cual, como las demás corporaciones públicas, se contabiliza por separado de las llamadas "agencias" del "gobierno central"; (2) salud: $3,000 millones, de éstos, $2,200 para el programa de cubierta de salud universal para indigentes; y (3) seguridad: $1,400 millones. 

El trasfondo, muy complicado.  Prácticamente todas las ofertas de bonos del gobierno de Puerto Rico han sufrido rebajas en sus calificaciones por las agencias evaluadoras de crédito Moody's, Fitch y Standard & Poors.  Eso significa que el gobierno tendrá que pagar intereses más altos para poder obtener todos los fondos para brindar los servicios que en este nuevo presupuesto se le ha prometido al país.  A su vez, nos tomará mucho más años pagar esa deuda.  Aparte de eso, ya la deuda pública de Puerto Rico, estimada en $66,000 millones equivale al tamaño de la economía puertorriqueña: en el agregado, no estamos ahorrando nada como país para proyectos futuros, emergencias posibles o para invertir en nuevas formas de hacer las cosas para transformar nuestra sociedad en una más productiva y justa.  Estamos como el que mes tras mes se gasta lo que produce y, como no produce suficiente ingreso para cubrir todo lo que consume, usa la tarjeta de crédito para completar sus pagos. 

Con una deuda "constitucional" del gobierno presente en un máximo histórico de 12%, sus agencias cuentan con solamente 3% de margen para emitir deuda adicional, pues la Constitución requiere que no se exceda el tope de 15% de los recaudos bianuales  previos.  Ese margen de 3%, en términos prácticos, sería inprudente agotarlo y de así hacerlo, nos expondríamos a otra ronda de reducciones en las calificaciones crediticias.  Resta la opción COFINA, la estructura que el gobierno creó para vender deuda en los mercados de valores sobre la base de los ingresos futuros captados por el IVU ("Impuesto de Venta y Uso"; algo parecido a los bonos "TRANS", "Tax Revenue Anticipatory Notes"); pero esta vaquita que ha sido COFINA ya casi está agotada y las agencias evaluadoras ponderan una posible baja en su calificación actual.  Y no olvidemos que este presupuesto, como los anteriores, se basa en unas proyecciones de los recaudos en impuestos y de la actividad económica general para el 2012-2013 que pueden darse o no, incluyendo el "proyectado" y raquítico 1% de crecimiento en la economía de la isla.  (Y sumemos que nuestro sistema gubernamental de retiro es un pesadísimo lastre en las finanzas del gobierno y una preocupación que por décadas hemos optado por ignorar postergando tomar medidas para evitar su colapso: situación que las casas evaluadoras conocen muy bien y no pierden hoy oportunidad de recordarnos).     

Puerto Rico no puede seguir aprobando presupuestos cada año sin pensar en las consecuencias gravísimas de atender las conveniencias electorales hoy hipotecando el mañana.  Es la misma actitud detrás de propuestas tales como: (1) "reforma legislativa" que se somete al juicio del electorado hoy para que entren en vigor en 5 años (sin tocar los verdaderos issues de las dietas, carros, choferes y privilegios contributivos de los llamados "legisladores a tiempo completo"); (2) megaproyectos de construcción en los cuales se invierten centenares de millones de dólares en propaganda y "planificación y diseño" sin que tengan posibilidad real de ser ejecutados; (3) despidos masivos de empleados sin un verdadero análisis de necesidades, destrezas, prioridades, desempeño, costos y beneficios, una supuesta ayuda a desplazados cuyos resultados a mediano y largo plazo nadie quiere conocer, y contrataciones a granel que nulifican los "ahorros" en nómina de los despidos; y (4) propuesta para expandir en 55,000 los elegibles al plan de salud del gobierno financiada con dinero que no hay.

Tenemos que poner oído en tierra.  Nos planteamos $28 mil millones de presupuesto para el próximo año y tomamos como un dado que no habrá cambio alguno en los más de $21 mil millones que el gobierno de Estados Unidos transfiere a Puerto Rico anualmente.  Republicanos y demócratas acordaron el año pasado que van a haber recortes en muchos programas federales.  La Cámara de Representantes federal por mandato constitucional origina los proyectos presupuestarios e impositivos y su mayoría republicana actual enfoca tres prioridades: (1) aumentar los gastos de defensa; (2) reducir la carga contributiva de quienes más ingreso generan; y (3) no tocar las transferencias y programas para los retirados, principalmente Medicare y Seguro Social.  En consecuencia, mayormente quedan como blanco de los cortes presupuestarios los programas de asistencia social tales como Medicaid (indigentes), Becas Pell (universitarios), asistencia nutricional (el PAN), asistencia médica para niños y alivio para desempleados y desplazados. 

En el área de salud, el Presupuesto de Puerto Rico 2012-2013 depende de los $400 millones en fondos Medicaid como parte de los $2,200 del plan "Mi salud" (y aunque aporta 3 de cada 100 participantes de Medicaid, Puerto Rico recibe solamente tres cuartos de centavo de cada dólar en este programa).  Con las becas Pell, se dice que podríamos sufrir una reducción de $153 millones, haciendo más difícil que nuestros universitarios tengan los recursos para educarse y ser nuestra plataforma de productividad en los años que se acercan.  Y en asistencia nutricional, los $2 mil billones en beneficios anuales proceden 100% de transferencias federales susceptibles de recortes este año. 

No aclara el presupuesto de Puerto Rico 2012-2013 qué estrategias se usarán para enfrentar las rebajas en los programas de transferencia federal y paliar el disloque que ello traería.  Son muchos frentes.  Y hay que atenderlos todos.  NADIE lo hará por nosotros.  Nos jugamos nuestra capacidad para funcionar como sociedad productiva y legar a las generaciones futuras un lugar donde tejer sueños y lograrlos.

Wednesday, July 27, 2011

Desenfocado Washington: Juegos Políticos en Tiempos de Crisis Económica

Video: Entrevista en Univision (Interview) 27 July 2011
Mira la Entrevista / Check Out the Interview:



El Presidente Barack Obama y el Speaker de la Cámara de Representantes John Boehner están en son de guerra.  Con respectivos discursos esta semana han puesto en marcha la poderosa herramienta de la opinión pública para presionar con fuerza al contrincante en esta batalla presupuestaria en tiempos de crisis económica.  Nadie quiere ceder.  Hasta ahora, según las encuestas, el 68 porciento del público responsabiliza a los republicanos por este fiasco que ya lleva semanas.  Ha funcionado la estrategia del Presidente.  ¿Continuará esto así hasta las elecciones presidenciales del 2012 de manera que logre revalidar? 

La culpa es de todos; pero nadie quiere cargarla.  La deuda de más de catorce miles de billones de dólares del gobierno de Estados Unidos es consecuencia de los años que lleva gastando el dinero que no tiene.  Para todos los efectos la economía más grande del mundo ya se gasta lo mismo que produce.  Como no está ahorrando, se está quedando corta en inversión suficiente en la educación, investigación e innovación, los pilares de la administración de Barack Obama para crear empleos y reactivar a largo plazo la economía.

Bill Clinton le legó al Presidente George W. Bush un presupuesto balanceado y una deuda de tres mil billones.  Las proyecciones eran que esa deuda quedaría salda y habría un superávit de más de dos mil billones para el 2011.  Lo cierto es que ese supuesto superávit se esfumó.  Estados Unidos le debe a inversionistas de todo el mundo, gobiernos extranjeros y a sus propias agencias más de catorce miles de billones de dólares.  (A China le debe más de $1 mil billones; casi lo mismo a Japón).  ¿Qué pasó?

Una verdadera "tormenta perfecta": malas decisiones presupuestarias y contributivas; falsas expectativas económicas; y el gasto enorme en seguridad por el 9-11 y las guerras de Iraq y Afganistán.  Bush enamoró al electorado del 2000 diciendo que le iba a devolver a los votantes todo ese superávit federal que vaticinaban los “expertos”.  (Y lo hizo; todos los que habíamos pagado contribuciones federales recibimos en el 2001 un buen cheque cortesía del tío Sam).  Amparado también en las proyecciones de bonanza interminable logró legislación que redujo las contribuciones a individuos y corporaciones que más ingreso generan.  Estos beneficios todavía existen hoy, representan un costo directo al tesoro y son vacas sagradas que gozan de la fijación obsesiva de los republicanos en el Congreso de no aprobar ningún impuesto, aunque esté dirigido a personas que no están tomando su justa parte de la “amarga medicina” que tanto oprime a la clase asalariada y que se ha vendido como “indispensable” para salir de la crisis.

La administración Bush redujo las fuentes de ingresos al reducir las contribuciones federales y complicó las finanzas federales al invadir Afganistán e Iraq SIN BUSCAR fuentes para pagar esos gastos (pues no preparó con el Congreso nuevas contribuciones para financiar la guerra).  Sobre todo en Iraq, se trató de una colosal extravagancia pues esa guerra fue justificada en premisas de dudosa validez que no pasaron el cedazo de la prueba irrefutada (las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein nunca aparecieron).   Fue la primera vez que Estados Unidos participa en una guerra y solamente hace préstamos para pagarla (dejándole la factura a quien venga después).

Si Bush heredó de Clinton 3 mil billones de deuda y un presupuesto balanceado, Bush le dejó a Obama 8 mil billones adicionales de deuda y un presupuesto anual para el cual hay que tomar prestado 40 centavos de cada dólar (pues solo se recauda, por impuestos, el 60 porciento de los fondos requeridos EN EL PRESUPUESTO ANUAL).

Difícil tarea tiene el Presidente Obama: vender un paquete de medidas que deberá traer nuevos impuestos y disponer de un presupuesto con menos fondos para los programas de asistencia, desarrollo e inversión que son tan necesarios para reactivar la economía.  En lo absoluto el escenario ideal para quien pretende lograr un nuevo término presidencial en 2012 y que sabe que el tiempo apremia (el desempleo sigue sobre el 9% y estamos a 15 meses para las elecciones).

En esta época de vacas flacas es penoso decir que el tranque entre demócratas y republicanos, y las imprudencias económicas del pasado, complican la gestión del gobierno federal, llamado como está a darle la mano a bancos, aseguradoras y casas automotrices como también a la mujer y al hombre jefes de familia que son la verdadera riqueza y el mejor porvenir de toda una nación. 

Mientras el ciudadano promedio lucha por seguir a flote, pagar su hogar y cuidar de los suyos, vemos cómo los bandos políticos tradicionales se atrincheran y continúan defendiendo posturas irrazonables en los tiempos extraordinarios que vivimos. 

El mundo entero está mirando a Washington.  Esperando si tiene lo que se necesita para cumplirle a la nación antes de que se acabe el dinero algún día de comienzos de agosto de 2011.  Lo dicen las casas evaluadoras del crédito, lo dicen los mercados de valores a nivel mundial, lo reafirmó la nueva Directora del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde y lo exigen los veteranos, pensionados, contratistas, y miembros de las fuerzas militares de EEUU. 
El tiempo se acabó.  Washington tiene que retomar el foco ahora.

Wednesday, July 6, 2011

Trillones de Obama

Video: Entrevista en Univision 6 de julio de 2011
Busca la Entrevista / Check out the Interview: http://youtu.be/A2zBzHz8Mg8

La deuda de más de catorce miles de billones de dólares del gobierno de Estados Unidos es consecuencia de los años que lleva gastando el dinero que no tiene.  Para todos los efectos la economía más grande del mundo ya se gasta lo mismo que produce.  Como no está ahorrando, se está quedando corta en inversión suficiente en la educación, investigación e innovación, los pilares de la administración de Barack Obama para crear empleos y reactivar a largo plazo la economía.

Bill Clinton le legó al Presidente George W. Bush un presupuesto balanceado y una deuda de tres mil billones.  Las proyecciones eran que esa deuda quedaría salda y habría un superávit de más de dos mil billones para el 2011.  Lo cierto es que ese supuesto superávit se esfumó.  Estados Unidos le debe a inversionistas de todo el mundo, gobiernos extranjeros y a sus propias agencias más de catorce miles de billones de dólares.  (A China le debe más de $1 mil billones; casi lo mismo a Japón).  ¿Qué pasó?

Una verdadera "tormenta perfecta": malas decisiones presupuestarias y contributivas; falsas expectativas económicas; y el gasto enorme en seguridad por el 9-11 y las guerras de Iraq y Afganistán.  Bush enamoró al electorado del 2000 diciendo que le iba a devolver a los votantes todo ese superávit federal que vaticinaban los “expertos”.  (Y lo hizo; todos los que habíamos pagado contribuciones federales recibimos en el 2001 un buen cheque cortesía del tío Sam).  Amparado también en las proyecciones de bonanza interminable logró legislación que redujo las contribuciones a individuos y corporaciones que más ingreso generan.  Estos beneficios todavía existen hoy, representan un costo directo al tesoro y son vacas sagradas que gozan de la fijación obsesiva de los republicanos en el Congreso de no aprobar ningún impuesto, aunque esté dirigido a personas que no están tomando su justa parte de la “amarga medicina” que tanto oprime a la clase asalariada y que se ha vendido como “indispensable” para salir de la crisis.

La administración Bush redujo las fuentes de ingresos al reducir las contribuciones federales y complicó las finanzas federales al invadir Afganistán e Iraq SIN BUSCAR fuentes para pagar esos gastos (pues no preparó con el Congreso nuevas contribuciones para financiar la guerra).  Sobre todo en Iraq, se trató de una colosal extravagancia pues esa guerra fue justificada en premisas de dudosa validez que no pasaron el cedazo de la prueba irrefutada (las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein nunca aparecieron).   Fue la primera vez que Estados Unidos participa en una guerra y solamente hace préstamos para pagarla (dejándole la factura a quien venga después).

Si Bush heredó de Clinton 3 mil billones de deuda y un presupuesto balanceado, Bush le dejó a Obama 8 mil billones adicionales de deuda y un presupuesto anual para el cual hay que tomar prestado 40 centavos de cada dólar (pues solo se recauda, por impuestos, el 60 porciento de los fondos requeridos EN EL PRESUPUESTO ANUAL).

Difícil tarea tiene el Presidente Obama: vender un paquete de medidas que deberá traer nuevos impuestos y disponer de un presupuesto con menos fondos para los programas de asistencia, desarrollo e inversión que son tan necesarios para reactivar la economía.  En lo absoluto el escenario ideal para quien pretende lograr un nuevo término presidencial en 2012 y que sabe que el tiempo apremia (el desempleo sigue sobre el 9% y estamos a 15 meses para las elecciones).

En esta época de vacas flacas es penoso decir que el tranque entre demócratas y republicanos, y las imprudencias económicas del pasado, complican la gestión del gobierno federal, llamado como está a darle la mano a bancos, aseguradoras y casas automotrices como también a la mujer y al hombre jefes de familia que son la verdadera riqueza y el mejor porvenir de toda una nación. 

Mientras el ciudadano promedio lucha por seguir a flote, pagar su hogar y cuidar de los suyos, vemos cómo los bandos políticos tradicionales se atrincheran y continúan defendiendo posturas irrazonables en los tiempos extraordinarios que vivimos. 

Hay visión, liderato y arrojo de sobra en la Presidencia y el Congreso.  Ahora cada bando tendrá la responsabilidad de dejar a un lado sus dogmas, ceder razonablemente y encaminar con firmeza las decisiones que son necesarias. 


El progreso económico no puede esperar, no puede ser rehén en esta coyuntura. Para lo electoral, tiempo habrá.